En la calle las Fuentes, número 12, hoy podemos encontrar una magnífica escuela taller de encuadernación Antonio Palomino Olalla, vinculada al establecimiento Amillo, materiales de encuadernación, en el número 10, y que se instaló en el inmueble en 1993. Como dice Joaquín, uno de los profesores, la tienda, que llevaba mucho tiempo cerrada, serviría como esqueleto para el taller. De aquel establecimiento de ultramarinos, hoy podemos interpretar como se organizaba el negocio. La tienda, con el mueble expositor perimetral de suelo a techo, con los cajones en la parte inferior y las estanterías, la vivienda en la trastienda y el almacén en el sótano. La construcción, con las columnas de hierro, nos indican un modelo arquitectónico asociado a la arquitectura del hierro, muy similar a muchas de las tiendas antiguas del centro de Madrid
Igualmente, de aquel negocio ha sobrevivido, casi desapercibido, tras la puerta de entrada en la tienda, un espejo con la pegatina de un licor, “liqueur Pères Chartreaux”, cartuchos de Tarragona. La calcomanía es obra de L. Garnier, preparada por la litográfica Alier Grenoble (sureste francés) y con fecha uno de julio de 1969.
También ha sobrevivido el molde para la fabricación de tabletas de chocolate, producto casero que se anunciaba, con oferta incluida, en la fotografía de su interior, posiblemente tomada alrededor de 1920.
Antolín Palomino Olalla fue uno de los mejores encuadernadores del siglo XX. Hay obras suyas en la Biblioteca Nacional y en la Imprenta Municipal, por ejemplo. En la vecina “Amillo” siguen vendiendo papeles hechos a mano según los modelos que él creó.
Me gustaLe gusta a 1 persona